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Piemonte

Domodossola en Piamonte

 

Piemonte es historia y memoria, arte y cultura, leyenda y tradiciones. Un patrimonio incalculable y lleno de fascinación que se articula entre ciudades, pueblos, abadías, castillos y fortificaciones abrazando sugestiones seculares, vistas de cuentos de hadas y paisajes con una gran fuerza evocadora.

Las Residencias Reales: Patrimonio del Humanidad


A inicios del siglo XVIII la urbanística de Torino era el espejo de la política de una dinastía que miraba a crear un ordenamiento físico-territorial que exaltase el poder. Los Saboya, en efecto, junto a un intenso programa de reconstrucción de antiguos castillos, proyectan siguiendo el modelo de las residencias reales europeas, suntuosos complejos arquitectónicos para albergar a la corte durante las vacaciones o las partidas de caza. Obras grandiosas nacen del trabajo de los más grandes arquitectos de la época: Juvarra, Guarini, Pelagi, Castellamonte. Dejando de lado las residencias comprendidas en el área urbana - Palazzo Reale, Palazzo Madama,Palazzo Carignano, el Castello del Valentino y la Villa della Regina, recientemente restituida al público – comenzamos el viaje por la vida de la corte de los Saboya desde Venaria Reale. La Reggia della Venariaofrece a los visitantes la experiencia de un unicum ambiental y arquitectónico de una fascinación extraordinaria, donde la historia dialoga con la naturaleza. Además de la imponente residencia real barroca con sus jardines, en Venaria se puede visitar el Borgo antico (burgo antiguo), el Parque de la Mandria y el Castillo, el Centro Internazionale del Cavallo (Centro Internacional del Caballo). Poco distante de Torino, se encuentra el Castello di Rivoli, uno de los principales Museos de arte contemporánea europeos. Forman parte de esta compleja geometría de escenarios la Palazzina di Caccia (Palacete de Caza) de Stupinigi y elCastello di Moncalieri.

Siguiendo el itinerario se llega a Racconigi con el Castello Reale (Castillo Real) transformado por Carlo Alberto en residencia de las 'vacaciones Reales'. Pero esta “corona de delicias”- como la define el arquitecto Amedeo di Castellamonte en 1674 - comprende también el Castello di Pollenzo, actualmente sede de la Universidad del Gusto promovida por el Slow Food y la Regione Piemonte; el Castello Ducale di Agliè (Castillo Ducal de Agliè) con sus jardines a la italiana y francesa donde se rodó Elisa di Rivombrosa, una de las más populares fiction tv; el Castello di Govone con sus preciosas decoraciones de madera. La residencia más al sur del circuito de los Saboya, parte integrante del dominio turístico que comunica los valles de Pamparato y Mondovì con las estaciones termales de Lurisia y Vinadio, es el Castello Reale di Casotto. Al finalizar este tour entre salones, galerías suntuosas, jardines históricos y parques seculares, el visitante llevará para siempre consigo la sensación de haber sido testimonio de la vida de la corte en los tiempos de los Saboya, y de haber vivido la fastuosidad y las costumbres de las cortes reales europeas.

 

Barolo: un vino de Reyes

 

“Tre nasi son quel che ci vuole per bere il Barolo” (Tres narices son las necesarias para beber el Barolo), escribía Pavese en “Il compagno” (El camarada). Es un vino que pertenece a una dimensión mítica, y la zona de origen de las uvas adecuadas para producir el Barolo docg, tal y como está delimitada en el pliego de condiciones de producción, comprende 11 localidades: Barolo, Castiglione Falletto, Serralunga d’Alba y parte de las localidades de Cherasco, Diano d’Alba, Grinzane Cavour, La Morra, Monforte d’Alba, Novello, Roddi y Verduno. 
La ruta empieza en Verduno, localidad que cuenta con uno de los panoramas más espectaculares de la Langa. Aquí, además del Barolo, se produce también el Pelaverga, un tinto perfumado exclusivo de esta zona. A pocos pasos se encuentra La Morra: en la placita del pueblo se encuentra el monumento al Vignaiolo d’Italia (Viñador de Italia) y, un poco más allá, sommeliers, aspirantes enólogos o simples curiosos no pueden perderse la “Cantina Comunale” (Bodega Municipal), inaugurada en 1973 por los cultivadores de viñas de La Morra. Por otra parte, en la aldea Annunziata, se puede visitar el complejo románico-barroco del antiguo convento benedictino, ahora Chiesa dell'Annunziata y, en las bodegas se encuentra el “ Museo Ratti dei Vini d'Alba ” (Museo Ratti de los Vinos de Alba). De plaza en plaza. La de Roddi está considerada una de las más bellas del Piemonte. Aquí se encuentran la Chiesa dell'Assunta, con fachada del barroco tardío y el castillo medieval, construido en una posición que domina el valle del Tanaro. En Novello, patria de la trufa blanca, encontramos el castillo neogótico espléndidamente reformado desde el que se puede disfrutar de una espléndida vista sobre las Langhe y el valle del Tanaro. A pocos kilómetros se encuentra Cherasco, la ciudad con “mura stellate” (murallas en forma de estellas) donde a Gina Lagorio le gustaba escribir, un destino imperdible para los amantes de Napoleón que en Cherasco firmó, en 1796, el armisticio con los Savoia (Saboya). También los coleccionistas pueden visitar Cherasco donde tiene lugar uno de los mercados italianos más importantes dedicados a las antigüedades, por no mencionar a los golosos que en las pastelerías del centro pueden adquirir los típicos “Baci di Cherasco” (Besos de Cherasco) de chocolate o avellana. Relacionada con la historia de la Resistencia piamontesa encontramos Monforte d’Alba, donde el párroco Dallorto se entregó a los “repubblichini” a cambio de que no quemaran el pueblo. Son estas las colinas en las que Giorgio Bocca hacía de partisano junto a los comandantes Dante Livio Bianco, Ettore Rosa y Faustino Dalmazzo. Elegante con el perfil digno de un grabado del silo XIX es el castillo de Grinzane Cavour, que domina uno de los paisajes más pintorescos de la Langa. Construido alrededor de la torre central, alberga desde 1967 la “Enoteca Regionale Piemontese Cavour ” (Bodega Regional Piamontesa “Cavour”), un prestigioso escaparate para los mas exquisitos vinos y aguardientes del Piemonte. A poca distancia de la viña del conde Benso di Cavour, existen las hileras de Diano d’Alba, especializada en la producción del Dolcetto d'Alba, un vino joven y armonioso, de color rubí, con un sabor seco, afrutado y agradablemente almendrado. Superada Serralunga, se llega hasta Castiglione Falletto, tierra de orígenes antiguos que en verano festeja los “vini delle stelle” (vinos de las estrellas), con degustaciones, cocina langarola, paseos nocturnos y disertaciones astronómicas. El recorrido termina en Barolo, donde pueblo y vino son una sola cosa. Aquí, en el castillo, se puede visitar la “Enoteca Regionale del Barolo” (Bodega Regional del Barolo) y el “Museo Etnografico Enologico” (Museo Etnográfico Enológico) y saborear relajadamente un buen vaso de Barolo. ¡En el fondo, basta poco para sentirse como un auténtico rey!

Las Langhe

Si se pregunta a un norteamericano dónde quedan las Langhe, no sabrá dar una respuesta exhaustiva, pero tiene seguramente bien claro que son las tierras del Barolo y del Nebiolo, del Barbaresco y del Dolcetto. Tintos importantes, para acompañar la trufa blanca, hoy en día un ‘must’ no sólo para Gerard Depardieu, sino también para quien no la ha probado aún. Meta imperdible para el turista enogastronómico, las Langhe constituyen una destinación interesante para quien desee descubrir la historia y la cultura a través del paisaje. Un paisaje que merece ser descubierto y valorizado en su conjunto, uniendo la geografía y la memoria, la cultura material y literaria. En ese mar de colinas que se subsiguen entre Cuneo y Savona, han nacido y han hecho navegar sus historias, grandes escritores “de provincia” como Cesare Pavese, Beppe Fenoglio, Davide Lajolo, Giovanni Arpino. Escritores “de frontera”, pertenecientes a generaciones diversas, que a las Langhe – Pavese como profundo conocedor de Norteamérica, las define como su Middle West – confían las raíces de una vida, individualizando el hueso duro de la identidad campesina, el orgullo testarudo del trabajador de la tierra.
Llegando en tren a la pequeña estación de Santo Stefano Belbo, que en 2008 ha celebrado el centenario del nacimiento de Cesare Pavese, se pueden visitar la casa natal del escritor y el taller del amigo carpintero y músico Nuto. En este valle, hoy tan distinto de las imágenes que Pavese nos ha dejado en “La luna y las fogatas”, poco ha quedado: algunas casas, el Belbo que aún hoy divide las dos colinas de Gaminella y del Salto donde Pavese de niño se bañaba y Canelli, el inicio de un mundo que nada tenia que ver con el calendario de las siembras: el mundo de la ciudad. A diferencia de Pavese, Beppe Fenoglio, autor de una de las más bellas novelas de Siglo XX italiano, “La Mala Suerte”, permanece ligado para toda la vida a Alba, su ciudad. Por los techos rojos y aquella luz lívida que envolvía las cosas se agitaba de nostalgia el partisano Johnny, combatiendo en los bosques que lo mantenían alejado. El Tanaro,Murazzano, San Benedetto Belbo, Bossolasco , constituyen para Fenoglio los lugares de la infancia, pero también el escenario en el que ambienta sus historias. Las Langhe son para Fenoglio el mito, las raíces, la tierra. En las colinas de la Alta Langa, entre San Cassiano y San Bovo di Castino, se forma la conciencia política del “Partisano Johnny”, protagonista de la Resistencia partisana, pero toman forma también las inquietudes de una entera generación. A esta generación pertenece también Davide Lajolo, amigo de Pavese, que desde Vinchio Monferrato – a un puñado de kilómetros de Villadeati donde los Feltrinelli tenían casa – llegará a Montecitorio, conjugando literatura y vida política. Íntimamente ligado a su tierra, al melocotonero sobre la colina de San Michele, a los prados de Settefiglie, a los bosques de Sermassa que, junto al pueblo de nacimiento, se convierten en el corazón inspirador de su producción literaria. Langarolo, de Bra, es también Giovanni Arpino, escritor inquieto y esquivo cuya escritura se alterna entre periodismo deportivo y literatura. “Escribir no es pintar, hacer frescos, sino pincelar. No me siento un pintor sino un escultor”. Arpino transcurre una vida apartada, dejando una estela de obras desde “La monja joven”, pasando por “Il buio e il miele” (Oscuridad y miel) hasta el último “La hora del adiós”.



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