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La influencia de la gloriosa historia de Roma hace del territorio de la provincia romana un lugar lleno de atractivo y destinos turísticos. Las antiguas viae consulares, los acueductos y las mansiones imperiales son el sueño de los amantes de la arqueología que deseen seguir las huellas de etruscos y romanos, tratándose de una de las áreas más ricas del mundo en cuanto a legados históricos.

Al norte de la provincia de Roma encontramos el paisaje encantador del Lago de Bracciano, con una rica flora y fauna.  En el corazón del pueblo se erige el majestuoso Castillo Orsini-Odescalchi, considerado una de las más bellas moradas feudales de Europa que combina a la perfección la estructura militar y la arquitectura señorial. Desde allí se puede disfrutar de una espectacular vista del lago al que se asoma. 

Yendo hacia la costa se encuentra la necrópolis etrusca de la Banditaccia de Cerveteri que nos permite entrar en el interior de una antigua arquitectura funeraria perteneciente a los etruscos; el lugar, por su historia es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tras superar las localidades vacacionales de Ladispoli, Fregene y Fiumicino se llega a Ostia Lido, considerada la "playa de Roma"; prosiguiendo el recorrido hacia el interior se llega a las excavaciones de Ostia Antigua, donde, en medio de la vegetación es posible admirar los restos de la más antigua colonia de Roma, una ciudad comercial con su propio puerto y punto de unión entre el río Tíber y el mar Tirreno. En el museo se conservan restos arqueológicos de inmenso valor, descubiertos durante las excavaciones.

Alejándonos, encontramos los Castelli Romani, meta turística de antigua tradición que une el encanto del paisaje de colina,el clima suave, la cocina sana y los restos de la época clásica y medieval con obras de gran valor artístico e histórico. En Castel Gandolfo, la residencia de los papas durante los meses de verano ubicada a orillas del lago de Albano, es posible visitar la iglesia de Santo Tomás realizada según el proyecto de Gian Luigi Bernini. En Frascati, se encuentra la Villa Aldobrandini, la más conocida residencia renacentista de los Castelli, con su parque y sus estatuas y fuentes.

Volvemos a remontar la zona este de la provincia de Roma y encontramos Tívoli, que ve su nombre unido a las famosas mansiones de Villa Adriana, Villa d’Este y Villa Gregoriana. La primera puede presumir de ser la mansión más grande que jamás haya sido edificada en la antigüedad, edificada por expresa voluntad del emperador Publio Elio Adriano, ha sido  declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al igual que Villa D'Este, con sus famosas fuentes de juegos de agua. Villa Gregoriana nos sorprende con el espectáculo ofrecido por la Cascada Grande, de más de 100 metros de altura.

Roma, la capital, la ciudad eterna, caput mundi, el "ombligo del mundo"
Plaza Venecia, el inconfundible Vittoriano, la Plaza del Campidoglio proyectada por Miguel Ángel, los Museos Capitolinos, la Iglesia de Aracoeli, los Foros Imperiales con el Coliseo, símbolo de Roma y el Arco de constantino son sólo algunos de lugares más conocidos de la capital.

Circo Máximo, la Pirámide de Cestio, la Boca de la Verdad, lo spalacios renacentistas y barrocos hacen esta ciudad única en el mundo. Sus fuentes, como la Fontana de Trevi son conocidas en todas partes, las escalinatas de Trinitá dei Monti, la Cordonata en Campidoglio, junto con las villa y los museos convierten Roma en un lugar inolvidable.

El Panteón, con la tumba de Rafael y las iglesias de San Luis de los Franceses, Santa María de la Paz, Santa María in Cosmedin son testimonio de fe y un regalo al arte y a la cultura. Para concluir, la Ciudad del Vaticano, el estado más pequeño del mundo, en el corazón de la capital y la espléndida Basílica de San Pedro, abrazada por la columnata de Bernini, son algunas de las etapas más célebres de una capital que desde la Antigüedad no deja nunca de sorprender a sus visitantes. 

También la "Roma subterránea", como la descubierta en las Catacumbas de San Calixto, en la Apia Antigua, revelan emocionantes sorpresas a los visitantes, a los curiosos, a los amantes del arte, de la historia y de la arqueología.

El centro histórico incluido dentro del perímetro de las murallas aurelianas (a la izquierda del río Tíber) y de las murallas gianicolenses (a la derecha del río), incluyen 25.000 puntos de interés ambiental y arqueológico.

La leyenda cuenta que los fundadores de Roma fueron los hermanos Rómulo y Remo en el 753 a.C., amamantados por la famosa loba, se han convertido en el famoso símbolo de la capital, junto con uno de sus monumentos más importantes: el Coliseo . Pero es la historia la que ha hecho grande a Roma: en un primer momento centro de la República Romana, después foco fundamental de la vida política y cultural del Imperio Romano y, en el siglo IV, capital del mundo cristiano.

El lugar declarado Patrimonio Mundial, ampliado en 1990 con las murallas de Urbano VIII, incluye algunos de los monumentos más importantes de la Antigüedad, entre los que destacan los Foros Imperiales. A poca distancia, en las colinas del Aventino, lugar de entretenimiento y relax de la gens romana, encontramos dos obras maestras: las Termas de Caracalla (212-217), que figuran entre los más grandiosos ejemplos de baños públicos; y el Circo Máximo, antiguo circo dedicado a las carreras de caballos.
Desplazándonos hacia el norte a lo largo del Tíber encontramos el Mausoleo de Augusto, imponente monumento funerario mandado edificar por Augusto en el 29 a.C. a su vuelta de Alejandría, por lo que recuerda a la tumba de Alejandro Magno.

Otro famoso mausoleo es el de Adriano, sobre el que se ha construido el Castel Sant'Angelo. Radicalmente modificado en época medieval y renacentista, está unido a la Ciudad Estado del Vaticano por un pasillo fortificado.
Continuando en el casco histórico de Roma surge el Panteón, templo dedicado a las divinidades del Olimpo, mandado construir por el emperador Adriano (118-128) y llamado por los romanos “La Rotonda”.

De indudable interés son las columnas monumentales: la Columna Trajana, eregida para conmemorar la conquista de Dacia por parte del emperador, y la Columna de Marco Aurelio, erigida entre los años 176 y 192 para rendir homenaje a las victorias sobre los germanos y colocada delante del Palacio Chigi (actual sede del Gobierno) en la estupenda Plaza Colonna.

Son muchas las plazas inolvidables de Roma: Campo dei Fiori, con la estatua de Giordano Bruno en su centro, Plaza Navona, donde surge la espléndida Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, Plaza de España con su característica escalinata, Plaza del Popolo con sus célebres iglesias gemelas, Plaza Venecia con el imponente Monumento a Víctor Manuel II a cuya espalda surge el Campidoglio, el Largo de Torre Argentina con los restos de antiguos templos romanos, Plaza Trilussa y Plaza de Santa María en Trastevere, lugares ambos dentro del histórico barrio Trastevere.

Además del centro histórico de Roma, algunos edificios religiosos y públicos de la Roma de finales del XV principios del XVI (la época de los “reyes-papas”), propiedad extraterritorial de la Santa Sede, forman parte de Patrimonio Unesco. Entre ellas se encuentran algunas de las iglesias más bellas de la capital, consideradas auténticas obras de arte: Santa María la Mayor, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros.
Estos monumentos han ejercido, en el curso de los siglos, una notable influencia en el desarrollo de los estilos arquitectónicos en gran parte del mundo cristiano.

 La Basílica de Santa María la Mayor es una de las más grande basílicas de Roma, de enorme valor artístico y religioso. En la Roma de los papas la Iglesia era uno de los focos del plan urbanístico realizado por Sixto V. aún hoy en día, la basílica, con su reconocible campanario y sus cúpulas es un elemento característico del paisaje romano. La peculiaridad de la basílica es la cualidad y la abundancia de los mosaicos: los de la nave principal (36 paneles) y los de la arcada, del siglo V, mientras que los del ábside fueron terminados en 1295. La bellísima fachada posterior, obra maestra de Carlo Rinaldi (1673) es una de las realizaciones más solemnes de la arquitectura barroca. 

San Juan de Letrán fue la primera catedral de Roma, en ella el emperador Constantino, a partir del año 312, permitió la institución de la primera sede episcopal. Con cinco naves y un exterior sencillo y un interior ricamente decorado, la basílica, con motivo del Año Santo de 1650, fue restaurada por Borromini. Fue seguidamente a dicha restauración que la iglesia asumió su aspecto barroco.
Otra basílica patriarcal es San Pablo Extramuros, construida por voluntad de Constantino en el 314 y sucesivamente ampliada. En 1823, después de un incendio, fue reconstruida por el arquitecto Pletti.
La basílica, dividida en cinco naves, presenta 80 columnas monolíticas de granito de Montorfano. En la parte superior de la pared, donde lastras de alabastro egipciano se alternan con grandes ventanas, se pueden apreciar 36 frescos con escenas de la vida de San Pablo.

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