Un viaje desde Levanto hasta Lerici en el magnífico e intacto escenario ligur de Las Cinco Tierras es una experiencia verdaderamente especial. Una auténtica inmersión en la magia de pueblos históricos y variopintos posicionados privilegiadamente hacia el mar, de escarpados relieves y tierras sembradas de viñedos.

Un espléndido recorrido por las localidades de la zona protegida Parque Nacional de las Cinco Tierras, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El itinerario parte de Levanto, cuyo centro histórico custodia auténticas bellezas arquitectónicas, como la iglesia del siglo XIII de San Andrés o la Logia Comunal del mismo siglo.

Se recorre un litoral que precipita al mar, con viñedos imposibles que parecen nacer de la roca, que discurre acogiendo a estos cinco pueblecitos, marineros y agrícolas, ricos de colores, sencillos y fascinantes. La primera etapa de Las Cinco Tierras es Monterosso, conocida localidad turística, embellecida con elegantes villas y con una amplia playa. En el casco viejo, en el cual las callejuelas estrechas se elevan hacia las colinas, se puede admirar la parroquia gótica de San Juan Bautista y la iglesia del Seiscientos de San Francisco anexa al convento de los Capuchinos. Aquí se encuentra entre otras cosas el Parque Literario dedicado al poeta Eugenio Montale, poeta de estas tierras.

De este modo llegamos a Vernazza, con un evocador pequeño puerto deportivo, en torno al cual crece la ciudad medieval, con su característica plaza, dos imponentes torres genovesas y su estupenda iglesia gótica dedicada a Santa Margarita de Antioquía, que se desarrolla en dos pisos.

 Poco distante y a 100 metros sobre el nivel del mar surge Corniglia, pueblo enrocado en la cima de una montaña y unido a la playa por una escalinata de 365 escalones. Desde este pueblecito, tradicionalmente ligado al cultivo de la vid, se goza de un espléndido panorama.

Es de gran impacto el escollo negro  que precipita en el mar sobre el cual aparece el pueblo de Manarola, conocido por su producción vinícola y de aceite de oliva y por sus casas pintadas de vivos colores que parecen surgir de la roca.

La última localidad de las cinco tierras, en el corazón del homónimo parque, es Riomaggiore, pintoresco pueblo de pescadores de casa altas y estrechas pintadas de colores pastel y cuyos escorzos alternan la luz y la oscuridad debido a la estrechez de sus callejones.

Una vez superada la zona protegida, vale la pena desviarse hasta Portovenere.

Esta famosa localidad de vacaciones de Liguria es un ejemplo perfecto de equilibrio entre naturaleza y arquitectura: desde el paseo marítimo que enmarca el puerto deportivo hasta la infinita gama de colores de sus casas, de las empinadas escalinatas a las estrechas callejuelas al lado del promontorio delle Bocche donde se erige la iglesia de San Pedro, de época paleocristiana y modificada en estilo gótico.

Hay que ver el Santuario de la Virgen Blanca, también llamado iglesia parroquial de San Lorenzo del siglo XII de estilo románico y el Castillo Doria, majestuosa fortaleza militar. Frente a Portovenere se encuentran las tres islas de Palmaria (meta de las excusiones en barca en las que se visita la Gruta Azzurra),Tinto y Tinetto, que forman parte del Parque Regional de Portovenere.