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Bienvenido a Florencia. Esta ciudad, cuya belleza es única en el mundo, tuvo su momento de más esplendor durante la Edad Media y el Renacimiento, en estos siglos vivió un periodo de oro artístico, cultural, político y comercial, fue el punto de referencia de los intelectuales y artistas más importantes de Europa.

 

Florencia, la cuna del Renacimiento italiano, alcanzó su mayor esplendor en la primera mitad del siglo XIV; en este periodo fue el centro cultural más importante internacionalmente, gracias también a sus poder económico. Las obras artísticas renacentistas y medievales hacen que, todavía hoy, Florencia sea una de las metas turísticas más fascinantes e interesantes del mundo. En cada esquina de la ciudad, podemos admirar iglesias,palacios, plazas, esculturas, pinturas y arquitecturas inolvidables, gracias a las dos familias, los Médicis y los Lorena, que, durante siglos, han sabido conservar y enriquecer el enorme patrimonio artístico y cultural de la ciudad.

 

El casco histórico de Florencia ocupa un área llana y más bien pequeña. Es posible llegar a pie de una parte a otra en una media hora o, si no, se puede usar el buen sistema de transportes públicos metropolitanos, con autobuses de línea y minibuses eléctricos que cruzan el centro de la ciudad. En el centro, se alza la famosa cúpula de la catedral, que puede ser el punto de referencia para orientarse. De hecho, la catedral, con su cúpula representa el fulcro geográfico de la ciudad.La zona centro Este es el corazón histórico de Florencia, con la catedral, Palacio Viejo y Santa Croce. La zona Norte es la de SanLorenzo y San Marco, mientras que en la zona Oeste se encuentra Santa Maria Novella. Después, está la zona de “Oltrarno”, al otro lado del río Arno. Con un buena organización, se pueden ver la mayor parte de los monumentos de Florencia en un par de días. Con una estancia más larga, se pueden ver también algunos museos de la ciudad.

GALERÍA DE LOS UFFIZI

 

El origen de la Galería de los Uffizi, uno de los museos más grandes del mundo, se remonta a 1560, cuando Cosme I de Médicis encargó a Giorgio Vasari un proyecto para la construcción de un gran edificio con dos alas, "sobre el río y casi en el aire", destinado a albergar la oficinas administrativas y judiciarias (Uffizi) del Estado florentino. También se debe a Vasari la construcción, realizada cinco años después, de una galería sobrealzada que, pasando sobre el Puente Viejo y la iglesia de Santa Felícita, une los Uffizi con la nueva residencia de los Médicis de palacio Pitti y termina en los Jardines de Bóboli. El núcleo originario de la Galería fue creado por Francisco I, hijo de Cosme, quien, después de haber transformado la última planta de los Uffizi en un lugar donde poder pasear, con pinturas, estatuas y otras cosas preciadas, le encargó a Buontalenti la realización de una "tribuna" en la que se reunieron decoraciones y obras de arte.

Actualmente los Uffizi albergan un patrimonio artístico inmenso formado por miles de cuadros que abarcan desde la época medieval hasta la moderna, un gran número de esculturas antiguas, miniaturas y tapices.


Las colecciones de los Uffizi tienen una historia que, a través de más de cuatro siglos, se interseca con la del conjunto de la cultura florentina. Las primeras colecciones de los Médicis constituyen el núcleo originario de la Galería, pero la dedicación al mecenazgo caracterizó a los gobernantes de Florencia, en general, y sobre todo a los Médicis a lo largo de los siglos. Ya en el siglo XIV se observaron casos de mecenazgo gracias a la creciente importancia de las corporaciones mercantiles: el Arte del Cambio (el gremio de los banqueros) le encargó a Orcagna la realización del Tríptico de San Mateo para su sede en Orsanmichele, el Arte della Mercanzia (el gremio de mercantes) le pidió a Piero Pollaiolo y posteriormente a Botticelli una serie de Virtudes para la Sala de Audiencias de su propio edificio. A principios del siglo XV se remonta el encargo que hizo el rico y culto Palla Strozzi a Gentile da Fabriano de realizar la Adoración de los Reyes Magos. Cosme I también se convirtió en protector de artistas originales como Fra Filippo Lippi y encargó la realización de obras de notable significado moral y político como la Batalla de San Romano, de Paolo Uccello.


 

DANTE ALIGHIERI

(Florencia, 1265 - Rávena, 1321) Poeta italiano.

Si bien sus padres, Alighiero de Bellincione y Gabriella (Bella), pertenecían a la burguesía güelfa florentina, Dante aseguró siempre que procedía de familia noble, y así lo hizo constar en el Paraíso (cantos XV y XVI), en donde trazó un vínculo familiar con su supuesto antepasado Cacciaguida, quien habría sido armado caballero por el emperador Conrado II de Suabia.

Durante sus años de estudio Dante Alighieri coincidió con el poeta Guido Cavalcanti, representante del dolce stil nuovo, unos quince años mayor que él, con quien intimó y de quien se convirtió en discípulo. Según explica en su autobiografía más o menos recreada poéticamente Vida nueva, en 1274 vio por primera vez a Beatriz Portinari, cuando ella contaba ocho años y él tan sólo uno más; el apasionado y platónico enamoramiento de Dante tendría lugar al coincidir de nuevo con ella nueve años más tarde.

En 1285 Dante tomó parte en el asedio de Poggio di Santa Cecilia, defendido por los aretinos, y dos años más tarde se trasladó a Bolonia, quizás a estudiar, si bien se tienen dudas en lo referente a su paso por la universidad de dicha ciudad. Sí hay pruebas, en cambio, de su participación, en calidad de «feritore» de a caballo, en la batalla de Campaldino, en la cual se enfrentó a los gibelinos de Arezzo.

En 1290 murió Beatriz, y un año más tarde Dante contrajo matrimonio con Gemma di Manetto, con quien tuvo cuatro hijos. En 1295 se inscribió en el gremio de médicos y boticarios, y a partir del mes de noviembre empezó a interesarse por la política municipal florentina; entre mayo y septiembre del año siguiente fue miembro del Consejo de los Ciento, y en 1298 participó en la firma del tratado de paz con Arezzo. En 1300, y en calidad de embajador, se trasladó a San Gimignano para negociar la visita de representantes de la Liga Güelfa a Florencia, y entre el 15 de junio y el 14 de agosto ocupó el cargo de prior, máxima magistratura florentina.

En octubre de 1301, y tras oponerse al envío de tropas para ayudar al papa Bonifacio VIII, Dante fue designado embajador ante el pontífice, a quien ofreció un tratado de paz. El Papa, sin embargo, lo retuvo en Roma en contra de su voluntad, con la intención de ayudar en Florencia a la facción güelfa opuesta a la de Dante, sector que a la postre se hizo con el control de la ciudad y desterró a sus oponentes. Acusado de malversación de fondos, Dante fue condenado a multa, expropiación y exilio, y más tarde a muerte en caso de que regresara a Florencia.

A partir de esta fecha Dante inició un largo exilio que iba a durar el resto de su vida: residió en Verona, Padua, Rímini, Lucca y, finalmente, Ravena, ciudad en la cual fue huésped de Guido Novello de Polenta y donde permaneció hasta su muerte.


Obras 

La influencia de la poesía trovadoresca y estilnovista sobre Dante Alighieri queda reflejada en su Vida nueva, conjunto de poemas y prosas dirigidos a Beatriz, razón de la vida del poeta y también de sus tormentos, y sus Rime Petrose, dirigidas a una amada supuesta, a la que escribe sólo para disimular ante los demás su verdadero amor. El juego poético-amoroso oscila entre la pasión imposible y la espiritualizada idealización de la figura de su amada, aunque las rígidas formas del estilnovismo adquieren una fuerza y sinceridad nuevas en manos de Dante.

El experimentalismo de los poemas de Dante Alighieri y la búsqueda consciente de un estilo propio culminarán finalmente en La Divina Comedia, una de las cumbres de la literatura universal. Escrita en tercetos, se resume en ella toda la cosmología medieval mediante la presentación del recorrido del alma de Dante, guiada primero por Virgilio y más adelante por Beatriz, en la expiación de sus pecados en tres cantos: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Con un lenguaje vívido y de gran riqueza expresiva, el poeta mezcla los elementos simbólicos con referencias a personajes históricos y mitológicos, hasta construir una equilibrada y grandiosa síntesis del saber acumulado por el hombre desde la Antigüedad clásica hasta la Edad Media.


Leonardo da vinci

 

El GENIO

Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina (que se casó poco después con un artesano de la región), y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era entonces un mosaico de ciudades-estados como Florencia, pequeñas repúblicas como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el papa. El Imperio romano de Oriente cayó en 1453 ante los turcos y apenas sobrevivía aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano Germánico; era una época violenta en la que, sin embargo, el esplendor de las cortes no tenía límites.

A pesar de que su padre se casó cuatro veces, sólo tuvo hijos (once en total, con los que Leonardo acabó teniendo pleitos por la herencia paterna) en sus dos últimos matrimonios, por lo que Leonardo se crió como hijo único. Su enorme curiosidad se manifestó tempranamente, dibujando animales mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda observación del entorno natural en el que creció. Giorgio Vasari, su primer biógrafo, relata cómo el genio de Leonardo, siendo aún un niño, creó un escudo de Medusa con dragones que aterrorizó a su padre cuando se topó con él por sorpresa.

 

Leonardo da Vinci es una de las figuras más fascinantes del Renacimiento. También es uno de los creadores que ha dado lugar a un mayor número de mitos sobre su persona. Considerado el paradigma del homo universalis renacentista, incursionó en campos tan variados como la aerodinámica, la hidráulica, la anatomía, la botánica, la pintura y la arquitectura, entre otros. Su legado ha sido tan impresionante como la magnitud de su mito. Sus fecundas investigaciones científicas fueron, en gran medida, olvidadas y minusvaloradas por sus contemporáneos, mientras que en su obra de pintor vieron en él un maestro y un sabio, que consigue elaborar y plasmar el ideal de belleza que preside la actividad artística del Alto Renacimiento.


La Gioconda

En el arte occidental, se puede decir que no hay ninguna obra más famosa que la pintura de Leonardo da Vinci del retrato de Lisa Gherardini, llamado Mona Lisa (Mona es una abreviatura del italiano Madonna, señora), hija de un fabricante de lanas florentino llamado Antonio Gherardini. A su muerte, la muchacha habría sido prometida al hijo menor de Lorenzo el Magnífico, pero al huir el clan de los Médicis ante la invasión francesa, la joven se habría quedado sola y embarazada. En tan adversas condiciones, Lisa Gherardini habría aceptado desposarse con Francisco Giocondo, un hombre de mucha más edad que ella a quien debería el sobrenombre de la Gioconda. Sin embargo, son innumerables las teorías a este respecto; muchos creen que el retrato no se basa en un único modelo, sino en la suma de varios.

 

Cuando se considera a Leonardo con relación a la variedad y complejidad de sus actividades artísticas y científicas, los rasgos que lo definen son su categórico rechazo al principio de autoridad y la afirmación de la experiencia como valor exclusivo. En su actividad como pintor éste será igualmente su rasgo definitorio. Aprendidos los dos principios básicos de la pintura florentina del Quattrocento, el sistema de representación tridimensional y la valoración de la Antigüedad clásica como maestra, se opondrá a ellos, superándolos y planteando un nuevo sistema de representación; a la construcción geométrica del espacio y la perspectiva lineal conseguida por los quattrocentistas, opone la perspectiva aérea, cuya base se encuentra en sus continuas investigaciones sobre el fenómeno de la luz. Ante la lección de la Antigüedad clásica, reacciona mediante un conocimiento racional, vasto y experimentado, de los fenómenos de la naturaleza.

En Leonardo se funden, como en ninguna otra personalidad histórica, la actividad artística y la actividad científica, y es en él donde, de un modo cierto, ambas actividades entran en contradicción, unas veces alimentándose y otras contraponiéndose. Pero, para Leonardo da Vinci, la belleza no se aparta de su concepción científica de la naturaleza, ya que, como ella, tiene que ser visible y experimentable. Leonardo, formado en contacto con el núcleo florentino neoplatónico, no abandona la idea de que la belleza es algo inmaterial, aunque ésta no se va a manifestar, como lo hacía en Botticelli, a través de metáforas y apologías, sino mediante una imagen visual directa, búsqueda que ocupa toda la actividad pictórica del artista.

 

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